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Los idiomas que más nos cuesta aprender y de qué depende

El lenguaje es una de las herramientas más valiosas del ser humano, precisamente esta es una de las cosas que nos separan notablemente de todas las demás especies animales; la capacidad de comunicarnos a través un complejo y entramado sistema de signos, símbolos y sonidos es algo único en el reino animal.

¿Para qué sirve el lenguaje?

Esta habilidad, que según algunos lingüistas es innata, ha llevado a la humanidad a conquistar muchas de sus más grandes proezas; y es que el simple hecho de convivir en sociedad es gracias a la infinita capacidad comunicativa que nos ofrece el lenguaje. Este evidentemente en un principio no era tan elaborado y extenso; sino que se limitaba a ciertos sonidos y símbolos que con el tiempo se desarrollaron más y más. Luego de cierta cantidad de tiempo el homo sapiens sapiens ya había conquistado gran parte del globo terráqueo y con él había llevado su afán por hablar y plasmar sus ideas; en unos cuantos siglos ya se estaban gestando las lenguas primitivas que dieron origen a las familias lingüísticas

Es entonces cuando llegamos al día de hoy; las personas gozan de las maravillas de la tecnología y el mundo está cada vez más conectado, lo que hace que cada día aprender nuevos idiomas sea más fácil y más accesible, pero también lleva a muchos a la pregunta de ¿cuál es el idioma más difícil de aprender? Y la respuesta puede llegar a ser predecible y sorpresiva a la vez: depende.

¿De qué depende que un idioma sea complejo?

No existe una fórmula matemática exacta que nos permita saber qué tan cuesta arriba se le puede hacer a un individuo incluir un nuevo lenguaje en su vida, principalmente porque no todos los humanos están sometidos a las mismas condiciones lingüísticas y no todos tienen la misma facilidad para comprender un código u otro. 

No obstante, sí que se pueden arrojar aproximaciones acerca de qué tan complejo es un idioma para cualquier persona en todo el mundo. Se podría decir que el orden es el siguiente:

Chino Mandarín: cada una de las sílabas que tiene el idioma se puede pronunciar de cuatro formas diferentes teniendo a su vez distinto significado en cada modo. Y su vocabulario básico se compone de cientos de miles de palabras.

 Japonés: aprender sus sinogramas no es tarea sencilla, acostumbrados a nuestra escritura.

 Árabe: Ni las estructuras de sus oraciones ni los sonidos se asemeja al castellano ya que tiene una gran ausencia de vocales en sus palabras.

 Ruso: tiene muchísimas reglas que hay que cumplir a rajatabla.

 Coreano: es una lengua muy perfecta y estructurada con un sistema propio y particular de escritura. A los orientales no es un idioma que se les resista aprender pero si para los que provenimos de lenguas romanas o inglesas.

Pero todo depende del alumno. El porqué de la existencia de esas lenguas en la lista radica en su alta complejidad en la mayoría de los factores importantes a tomar en cuenta en el proceso de aprendizaje: desde la pronunciación hasta la escritura, todo lo relacionado con ellas suele tener un plus en cuanto a la dificultad con respecto a los otros idiomas.

Esto se magnifica para aquellos que hablan desde su nacimiento una lengua romance (aquí está incluido el español), pues no están para nada familiarizados con la familia lingüística de prácticamente ninguno de los idiomas de la lista. Sin embargo esto no quiere decir que incluirlas en tu repertorio sea tarea imposible, todos con motivación y un proceso bien supervisado están en capacidad de dominar el idioma que quieran.

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